Zenonchess Ediciones Libros de Ajedrez de GM Zenón Franco Ocampos

El impresionante Torneo de Ajedrez de las Naciones 1939 Tomo 1

Juan Sebastián Morgado, Ajedrez de Estilo, 2019 Tomo 1

Esta es una obra fascinante, consta de tres tomos donde el tema central es la Olimpiada de 1939.
No obstante los tres tomos de cada libro, de más de 500 páginas cada uno, abarcan mucho más.

Esta crónica es sobre el primer tomo, luego vendrán dos más sobre los tomos restantes.

El autor destaca en la introducción que “Esta obra está estructurada como una cronología del Torneo de las Naciones de 1939 en el contexto socio-político en que se desarrolló”.
También queda claro que “Los conceptos históricos y culturales que se insertan aquí se fundan en las profundas ideas del escritor Ezequiel Martínez Estrada (1895-1964)”.

Yendo a la parte ajedrecística de la trilogía, se puede decir que es un tratado sobre la historia del ajedrez de la primera mitad del siglo XX.

En el tomo 1 se habla de los torneos previos, de 1938 y 1939, como los campeonatos de Argentina, llamados Torneo Mayor, y de otros torneos en el exterior con participación argentina, donde jugó Alekhine entre otros, todo con la reproducción de muchos recortes de prensa que muestran la gran popularidad del ajedrez en Argentina, las gestiones para la revancha del match Alekhine – Capablanca, la correspondencia entre la FADA y Alekhine, etc.

Es curioso que el libro no tenga un orden cronológico definido, en ese primer tomo se incluyen también todas las crónicas de Capablanca en el diario Crítica y de Alekhine en el diario La Nación.

Naturalmente fueron realizados durante la olimpiada y obviamente, son documentos excelentes.

Hay muchos artículos de muchos otros temas que afectan al ajedrez, y a la olimpiada entre ellos sobre el Teatro Politeama, donde se desarrolló la olimpiada de 1939.

Veamos un ejemplo donde el ajedrez está presente directamente:

Argentina recibió a principios del sigo XX la visita de primeras figuras como Emanuel Lasker, José Raúl Capablanca, Alexander Alekhine, que dieron lecturas, simultáneas y hasta jugaron partidas de torneo, como Richard Reti, y también el fuerte maestro serbio Boris Kostic.

Eugenio Zamudio fue uno de los fundadores del Club Argentino de Buenos Aires, en 1905, y luego su presidente.

Una partida informal jugada en el Teatro Politeama, que se construyó en la Calle Corrientes, en una quinta que era propiedad de los Zamudio, comenzó así:

Eugenio Zamudio

Boris Kostic

Buenos Aires 1913

1.e4 f5 2.exf5 Rf7 3.Dh5+ g6

Se cuenta que Zamudio se sintió ofendido por la “defensa” del maestro, creyendo que le estaba entregando la partida, y “Con voz un tanto alterada pregunta al profesor en francés, idioma en que se entendían:

Dite Moi, Mr. Kostic, comment s´appelle cette aperture?

Monsieur le president, c´est le gambit des imbeciles.

Aquí Zamudio pierde el resto de calma que le queda y olvida de continuar en el idioma en que había hecho la pregunta, y le dice con tono vibrante:

Más imbécil será usted, míster Kostic, pues no tiene por qué expresarse así.

Non, Monsieur, l´imbecil ce n´est pas vous, c´est moi, qui donne un peon et deroque.

Y fue reír general de los que presenciaban la partida, al que hizo coro nuestro querido y buen amigo presidente. La partida fue ganada por el profesor”.

La fuente citada es El ajedrez en la Argentina de José Pérez Mendoza, 1920.

(En mi adolescencia conocí esa “defensa” con el nombre de “Gambito del otario”, precisamente en el Club Argentino de Ajedrez).

Veamos otro relato que involucra por dos ramas a la olimpiada de 1939, una es por el Teatro Politeama y la otra por el presidente argentino que decidió apoyar la olimpiada aportando fondos.

Acotemos antes que Berta Gardel, la madre de Carlos Gardel trabajaba frente al propio teatro, y a veces también en el mismo teatro, su hijo Carlos, siendo niño, iba al Politeama con frecuencia, veía las obras y aprendía de memoria las arias, que luego cantaba para sí mismo, y también se las ingeniaba para charlar con los artistas.

Regina Pacini y Carlos Gardel

En 1899 el Politeama estaba dedicado principalmente a la difusión de la ópera, el 1º de septiembre de 1899 Marcelo Torcuato de Alvear [entonces con 30 años], futuro presidente de Argentina (1922 – 1928), se despertó y “como era habitual comenzó a matear mientras escuchaba música.

Deseaba que llegara la noche para ir al teatro. Esa noche todo Buenos Aires estaba expectante, iban a escuchar a la prima donna ya célebre en Europa, Regina Pacini [entonces con 28 años], una cantante lírica portuguesa de quien Diego de Alvear (primo de Marcelo) le había hecho excelentes comentarios después de verla actuar en Uruguay.

Acompañada por su madre, Felicia Quintero, que no la dejaba sola ni a sol ni a sombra, Regina cruzó por primera vez el Atlántico con destino a Montevideo – donde cantó en el Teatro Solís – y a Buenos Aires. Su gira abarcaba varios países europeos y americanos. Cantó entre otras obras las famosas arias La Sonámbula, Lucía, El Barbero. Marcelo, conocido miembro de una familia de la aristocracia, se dejó llevar hasta el Politeama. Vestía como siempre impecable smoking de gala, que llevaba como segunda piel. El hombre era alto y apuesto.

A la entrada tropezó con un chico. Era morocho, de grandes ojos negros. Tenía alrededor de nueve o diez años. Le preguntó con una mezcla de curiosidad y simpatía. Los ojazos del chico se iluminaron y esbozando una sonrisa respondió:

¿Qué hacés aquí, mocoso?

Vivo al lado. Mi mamá trabaja en el teatro. Limpia y plancha, señor.

¿Te gusta la ópera?

Me encanta, señor. Nunca me pierdo las funciones.

La soprano ligera que canta esta noche dicen que es fantástica. Se llama Regina Pacini.

El hombre tocó con ternura la cabeza del niño. La función estaba por empezar y debía despedirse. Ese encuentro lo había conmovido. Antes de separarse preguntó:

¿Cómo te llamás?

Carlitos Gardel, pa`servirle señor”.

Ese mismo día Alvear se enamoró locamente de Regina y empezó a seguir sus actuaciones, enviándole costosos regalos y flores. Invariablemente, Regina aceptaba las flores y rechazaba los regalos.

Al terminar la temporada en Buenos Aires Regina fue a San Petersburgo, “y hacia allí partió Marcelo, quien la cortejó por 8 años por toda Europa, gastando buena parte de su fortuna. Finalmente ella decidió casarse con él el 26 de abril de 1906”.

Y se casaron, a pesar de los pedidos de 500 de los amigos de Marcelo de que alguien como el no se casara con una “simple” artista. Marcelo se sintió muy dolido y hubo cambio de escenario, se casaron en Lisboa el 24 de abril de 1907, para despistar a periodistas decidieron casarse él vestido de policía y ella de criada.

La fuente citada es Regina y Marcelo, un duetto de amor de Ana María Cabrera.

Marcelo T. de Alvear (Buenos Aires, 4 de octubre de 1868 – Don Torcuato, 23 de marzo de 1942) fue un buen aficionado al ajedrez, en 1927 apoyó la realización del match por el título mundial entre Capablanca y Alekhine y fue varias veces a ver las partidas al Club Argentino de Ajedrez.

Por su parte, los restos de Regina Pacini (Lisboa, 6 de enero de 1871 – Buenos Aires, 18 de septiembre de 1965) descansan en el cementerio de la Recoleta de Buenos Aires tras haber sido “una destacada Primera Dama y una referente cultural por décadas”, falleció a los 94 años con una pensión modesta, tras haber donado toda su fortuna a obras de beneficencia

Con esto creo que tenemos una muestra de esta magnífica obra, imprescindible para todo aficionado a la historia del ajedrez y a anécdotas interesantes con el ajedrez como trasfondo.

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